El Kintsukuroi es una técnica japonesa que se encarga de reparar las cosas rotas de cerámica con barniz de oro. Esto le da una segunda oportunidad a la pieza y además la embellece. Esta técnica también es llamada Kintsugi.
Esta técnica nos da la esperanza y el aprendizaje de poder reparar cualquier daño de nuestra vida, recogiendo tus pedazos rotos, aprendiendo la lección y reconstruyéndote. Estos son solo algunos de algunos pasos para aplicar Kintsukuroi en tu vida y amar tus heridas.
Filosofia del Arte de Amar tus Heridas
La historia remonta del siglo XV, cuando shōgun Ashikaga Yoshimasa encargo reparar unas tazas de té en china, pero no le gusto el resultado. Por tanto, tuvo que mandar a algunos japoneses que buscaran una solución, los artesanos utilizaron polvo de oro en el barniz, dejando un resultado embellecedor. Las tazas quedaron mejor y más bellas que su estructura natural y así surgió un nuevo arte japonés.
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Pasos a Seguir para Aplicar Kintsukuroi en tu Vida
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1. Recoge tus pedazos rotos.
La filosofía de Kintsukuroi nos enseña que debemos reparar la taza rota, que en este caso son nuestros sentimientos, nuestra alma herida, nuestros pedazos de corazón tirados a la nada por lo que estamos pasando. Es nuestra responsabilidad recoger esos pedazos y mirarlos desde esa perspectiva, estamos rotos! Estamos mal!, estamos en la peor circunstancia, pero… estamos aún con la fuerza y la valía de afrontar la realidad y hacernos cargo aún de ellos.
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2. Visualiza desde el amor.
En este punto del proceso creemos que es muy difícil superarlo, estamos molestos, sangrando con mucho dolor nuestra pena; sin embargo, busca la perspectiva de alguien más, reúnete con quien ames, con quien te haga vibrar amor, aférrate al amor que hay en ti y en la solución que llegará.
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3. Aprende la lección
La reflexión e inspección minuciosa de la lección que acabamos de atravesar no es en vano, llego a nuestra vida a darnos un nuevo panorama, una nueva perspectiva de cómo son las cosas y de cómo podemos enfrentarlas. Seguro en algún tiempo verás hacia atrás con agradecimiento y empatía.
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4. Reconstrúyete.
No intentes que el cambio de reconstrucción sea de un día para otro, aprende a ser paciente y a sanar de manera amorosa tu herida, a familiarizarte con ese proceso, sin cambiarlo, solo aceptándolo. En ese proceso te recomiendo «vivirlo», llorar, gritar, golpear algún objeto, si eso te hace sentir mejor, morder una almohada… en fin, lo que a ti te haga sacar el dolor, verás como día a día tu herida va cicatrizando.
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5. Admira tu nuevo yo.
¡Recuérdate como o un guerrer@ que superó una batalla épica, que tuvo la valentía de pararse y continuar con el acto… lo has superado! La herida ya cerro, la herida solo será un recordatorio de lo difícil que pueden resultar los cambios en la vida, pero ya estas san@, viv@ y más fuerte que nunca.
¿Cuéntame en los comentarios, alguna vez has recuperado la belleza de las heridas y las has expuesto en una mejor versión de ti?
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